Los robots no vienen a reemplazarnos: los bibliotecarios podemos liderar la revolución de la inteligencia artificial

La inteligencia artificial (IA) está transformando profundamente todos los sectores, y el ámbito bibliotecario no es la excepción. Lejos de suponer una amenaza, la IA representa una oportunidad histórica para que los profesionales de la información reforcemos nuestro papel como guías y mediadores en un entorno informativo cada vez más complejo.

Tras más de 35 años buscando información científica, nunca hemos experimentado una transformación como la que nos ofrece la inteligencia artificial. Es el momento de aprovechar esta oportunidad y ser parte del cambio

Los robots no vienen a sustituirnos. Al contrario: los bibliotecarios somos hoy más relevantes que nunca, especialmente si sabemos evolucionar junto a estas herramientas. Gracias al apoyo de esta tecnología, los bibliotecarios podemos liberar tiempo para centrarnos en tareas más creativas y estratégicas, diseñando nuevas formas de compartir conocimiento y facilitando el acceso a la información. La IA proporciona a bibliotecarios y otros profesionales de la información nuevas oportunidades para mostrar nuestras habilidades y proporcionar aún más valor a los usuarios. Para ello debemos mantenernos informados sobre las últimas herramientas de IA y dominar el arte de la ingeniería de prompts. Solo así conseguiremos posicionarnos en vanguardia de la revolución de la IA.

La IA no nos reemplaza (los bibliotecarios), nos libera para pensar.

Los bibliotecarios estamos estratégicamente posicionados para destacar en esta nueva era. Dominamos el arte del algoritmo de búsqueda, que va mucho más allá de encontrar información: implica comprender las necesidades del usuario, anticipar preguntas y guiarlo a través de un océano de datos hacia fuentes fiables, pertinentes y de calidad. Esta habilidad nos permite no solo acceder a información de manera eficiente, sino también evaluar su relevancia y credibilidad, asegurando así que los usuarios reciban respuestas de alta calidad a sus consultas. Nuestra formación nos capacita para utilizar tecnologías avanzadas y estrategias de investigación que enriquecen la experiencia de aprendizaje de nuestros usuarios. También tenemos la responsabilidad de educar al público sobre cómo interactuar de forma crítica y segura con estas herramientas emergentes.

La IA puede generar una estrategia de búsqueda, sí. Pero solo nosotros sabemos si esa estrategia tiene sentido.

Los desafíos: veracidad, alfabetización, transparencia y privacidad

Uno de los principales riesgos de los grandes modelos de lenguaje es la ilusión de veracidad. Estos sistemas pueden generar textos que suenan correctos, pero que no necesariamente lo son. La IA no entiende el significado de lo que produce: simplemente predice cuál es la palabra más probable que debe aparecer a continuación.

El uso sin crítica puede llevar a la propagación de información falsa en la investigación. Por ello, es fundamental desarrollar una alfabetización en IA que permita evaluar críticamente tanto la información que proporcionan estas herramientas.

«La inteligencia artificial no reemplaza el juicio experto; sin embargo, tiene la capacidad de potenciarlo de maneras significativas y, en algunos casos, puede distorsionarlo de formas inesperadas.»

Es imprescindible mantener principios de transparencia sobre el uso de herramientas de IA y responsabilidad en la verificación de la información generada. Debemos establecer prácticas claras para citar apropiadamente el trabajo asistido por IA y garantizar que las contribuciones humanas y artificiales sean debidamente reconocidas.

La privacidad es otra preocupación importante cuando se trata del uso de IA. Los sistemas de IA dependen de grandes cantidades de datos, datos que pueden incluir información confidencial sobre los usuarios. El uso de herramientas de IA puede exponer una biblioteca a los riesgos de ciberseguridad.

Conclusión

Los bibliotecarios no seremos sustituidos por la inteligencia artificial. Seremos reemplazados, eso sí, solo si decidimos no adaptarnos. Pero si abrazamos el cambio, nos formamos y lideramos la adopción crítica de estas herramientas, podremos consolidar nuestro papel como actores clave en la revolución del conocimiento.

Si no estamos en la conversación sobre IA, otros decidirán por nosotros. La revolución ya ha comenzado. Es momento de estar al frente.

El futuro no está escrito. Y nosotros —como tantas veces— ayudaremos a su desarrollo.

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